Resumen
Los historiadores deben ser cazadores de anacronismos, se enseña en las facultades universitarias, pero en ocasiones estos se vuelven moneda corriente y ya nadie repara en esas falsificaciones. Este artículo subvierte una creencia generalizada en dos eventos constitucionales que nunca existieron, que entraron en la memoria colectiva de muchos juristas al amparo de una crítica diplomática débil, que confundió tipologías documentales. Desde la supuesta “donación de Constantino”, es normal que la crítica histórica proceda a desmontar esos anacronismos históricos. Se atribuye a Joseph Goebbels, estratega del ascenso político de Adolf Hitler, la convicción de que una mentira repetida mil veces termina convirtiéndose en una verdad. Pero esto no es cierto mientras exista la voluntad de desocultar (αλήθεια) lo que
permanece encubierto. Pues bien, en el ámbito de los estudios constitucionales cultivados en Colombia, se repite la existencia de dos congresos constitucionales que nunca existieron: el supuesto congreso que produjo en agosto de 1810 una supuesta constitución de la provincia del Socorro, y el Congreso Constituyente de Pore que presuntamente, produjo en 1818 la carta fundadora de un posible “constitucionalismo llanero”. Gracias a los nuevos estudios emprendidos sobre la carta constitucional aprobada en la Villa del Rosario de Cúcuta el 30 de agosto de 1821, sancionada por el primer presidente constitucional el 6 de octubre siguiente, se tienen, ahora, nuevos elementos de juicio para subvertir tan poderosas mentiras, defendidas con derechos de petición, para que no aspiren a convertirse en verdades.